jueves, 23 de julio de 2015


Los petroglifos de la vereda Capotes


En la capacitación sobre el manejo  del punto Vive Digital Plus, ubicado en  la institución educativa departamental “Hernán Venegas Carrillo del municipio de Tocaima, los estudiantes en compañía del instructor Jorge Iván Gómez Garrote,  se desplazaron a la zona rural, con el fin de realizar un vídeo como producto de su capacitación. Para tal fin escogieron la vereda Capotes, más exactamente la finca del señor Elíseo Buitrago campesino que lleva varios años recorriendo las veredas de este municipio buscando petroglifos y haciendo frotage que ha mostrado en varios lugares del país viajando en bicicleta con otros amigos, bajo el lema “Haciendo patria” 

En esta finca existen varios petroglifos, razón por la cual el señor Elíseo le ha dado el nombre de parque temático Lindayma.  Cuando el visitante llega allí, siente la tranquilidad que ofrecen estos sitios. El señor Elíseo en su rol de guía,  explica lo que significa cada uno de ellos, los cuales conoce como la palma de su mano.

 Después de revisar las fotografías compartidas por el instructor, una nos llamó la atención por varias razones,  en primer lugar, el petroglifo esta repisado con tiza blanca, con el fin de realzar la forma para la fotografía. Pero el hecho que suscitó discusión con algunos compañeros docentes del grupo de investigación Travesía Arqueológica, es la figura que aparece representada.

Es una figura compuesta por cinco  espirales y una figura central, que para nosotros asemeja un corazón. Los compañeros manifestaron que los antepasados no hacían corazones. Hay que tener en cuenta que  la interpretación que hoy hacemos de un petroglifo  está condicionada por nuestra formación extraña al momento en que fue creado por nuestros antepasados, es un  análisis hecho mucho tiempo de después,  por lo tanto, desenfocado. Es decir, nosotros hoy lo observamos y lo estudiamos  sobre el efecto visual que nos produce y bajo los conceptos que hemos adquirido  con nuestra formación académica o profesional. 






Como bien anotó un maestro, “la interpretación de muchas de las figuras dejadas por los aborígenes es muy dudosa y a veces imposible, siendo en la generalidad de los casos individual y distinta para cada observador, que además procede con una mentalidad bien distinta a la de aquel hombre primitivo” (1)




Estos gravados hechos en las rocas se pueden estudiar desde varios puntos de vista, pero es imperativo tener una metodología, que permita hacer un el análisis  global y no solo de una figura en particular. La investigadora argentina, María Cecilia Panizza, escribe lo siguiente: Panizza (2013, p.49-61)

“En el marco de la semiótica visual (específicamente Magariños 1999), se identificaron en las representaciones rupestres abstracto-geométricas analizadas, las marcas (unidades mínimas) y los atractores (combinación de estas unidades) presentes. Este análisis permite al investigador actual realizar una aproximación a la estructura cognitiva del grupo que realizó estas imágenes en el pasado, a las reglas de combinación que rigieron su elaboración, a partir de los elementos básicos de diseño”.

Más adelante, agrega Panizza (2013, p.49-61) “El arte rupestre como combinación semiótica obliga al observador a la búsqueda de los códigos de reconocimiento para describir y descodificar su contenido. La operación de reconocimiento se articula en el sistema cultural de quien lo percibe, ya que una imagen puede ser entendida desde la perspectiva del observador”

Tenemos que examinar los grabados  presentes en todas las rocas (espirales, triángulos, líneas rectas o curvas, cuadrados, rombos)  del sector, observar con  qué frecuencia se repten y la manera como se articulan entre sí. En fundamental la ubicación relativa con respecto a los puntos cardinales, dado que muchos estos grabados en las rocas tiene  carácter ritual. 

El parque temático Lindayma, como lo llama el señor Elíseo, y  con la presencia de grabados  como el  calendario lunar, la piedra de las estaciones y la piedra de los sacrificios nos plantea  grandes interrogantes.  


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(1) René Herrera Fritot (1938 : 47): “Informe sobre una exploración arqueológica a Punta del
Este, Isla de Pinos, realizada por el Museo Antropológico Montané de la Universidad de La
Habana. Localización y estudio de una cueva con pictografías y restos de un ajuar aborigen”.

Universidad de La Habana, año 3, nos.20-21, La Habana, Cuba, : 25-59

BOLETÍN DEL MUSEO CHILENO DE ARTE PRECOLOMBINO Vol. 18, N° 2, 2013, pp. 49-61, Santiago de Chile  ISSN 0716-1530


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